Tras disimular el problema durante meses, la presidenta Cristina Fernández aludió sin rodeos, y ante los hombres de negocios de la Bolsa, al problema de que la gente se esté inclinando al dólar, en un año electoral. Más de un ministro advirtió en la Argentina que "el que apuesta al dólar pierde", y casi siempre el que salió derrotado fue el país. Ahora, Cristina da una vuelta de tuerca sobre el tema para reclamar que en vez de adquirir divisas, los argentinos la vuelquen al sistema productivo: difícil.
Se estima que en el primer semestre del año se fugaron del sistema financiero formal unos U$S 10.000 millones, casi el mismo monto que en todo 2010. Buena parte, como precisó la propia Presidenta, se fue vía remesas enviadas por filiales a sus casas matrices en Estados Unidos o Europa.
Pero también, y en esto no abundó la jefa de Estado, llamaría la atención de las autoridades cómo los pequeños ahorristas están haciendo un trabajo de hormiga para absorber los dólares con avidez, en un claro problema de "desconfianza". También es notorio el traslado de fondos hacia destinos "más amigables" que estas tierras de toreo permanente al sector privado -sobre todo si no es "amigo" del gobierno-, como el Uruguay.
Otro dato que llama la atención es que a diferencia de las últimas fugas de capitales donde más del 60% de las compras de dólares eran de grandes inversores, la reciente salida de divisas se concentra en un 80% en pequeños ahorristas. Según sondeos privados, un tercio de las compras de dólares son de 1.000 promedio por persona. Así, pese a la menor rentabilidad prometida por invertir en dólares, la mayor parte de los ahorristas prefieren resguardarse en la moneda extranjera.
El dólar a fin de año pierde frente a la inflación y la tasa de interés, y así y todo se sigue vendiendo, aún con la incertidumbre que genera la posibilidad de que Estados Unidos entre en default.
El público minorista es el que ha encabezado la fuga de divisas que se registra a lo largo del primer semestre del año, y es allí adonde quiere apunta la Presidenta, en un renovado intento de convencer a los argentinos de que "el que apuesta al dólar, pierde".